No queremos
de un mundo monótono
en donde
las lenguas y naciones
corearían todas
la misma canción.
Queremos un mundo
de imaginación
de creatividad y libertad
en el cual el DO y el Re, el Fa y el Mi,
el Sol, el LA y el SI
se buscan, se atraen, se mezclan y se aman
para inventar miríadas de músicas
en miles de millones de tonos, instrumentos y sonidos.
Nosotros, hombres y mujeres del Evangelio
creemos que entre acordes, disonancias,
catástrofes y silencios
la Gran Sinfonía del Universo
se encamina hacia su expresión última
más allá de las fronteras
de la materia y del espíritu
y postulamos que el Dios de la vida
es el brillante Compositor de la misma.
El Crucificado del Calvario
que la muerte no pudo guardar encerrado
en la descomposición final
es el que nos entrega la partitura.
Y la inmensa Inspiración
que mueve los mundos
para transfigurarlos
en una interminable explosión de colores, de ritmos
de danzas y de cantos
es la misma Respiración de Dios…
En Él la roca se transmuta en luz
y la infinita variedad de los sonidos
se vuelve
ARMONÍA
perfecta.
Eloy Roy
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