Jesús nos pinta el mundo como un campo que él mismo sembró de trigo.
Pero la mano de un enemigo logró sembrar también una hierba detestable
llamada “cizaña”. Esta planta se parece bastante a la de trigo, pero sus semillas son tóxicas y provocan
náuseas como las de una curda fea.
“El buen grano, explica Jesús, son los hijos y las hijas del
Reino; la cizaña, son los partidarios del Maligno” (Mt 13, 38).
Queda pues claro que, según Jesús, el mundo está dividido entre buenos y
malos. Por un lado, los vaqueros que tienen todos los derechos, y por otro,
los Indios que son culpables de los males de los buenos. El mundo entonces no
sería más que una buena vieja película de vaqueros.
Pero, conociendo un poco a Jesús, se sabe que, en su cabeza, las cosas
distan mucho de ser así.
Para él, los cristianos no son necesariamente los buenos, ni son los no
- cristianos los malos. Los creyentes, los católicos, los practicantes, las
parejas casadas por la iglesia, los heterosexuales y los que conocen la
doctrina hasta la punta de los dedos, no son necesariamente unos ángeles, y los
otros: los nos creyentes, los antipapistas, los gay, las lesbianas, los
sacerdotes que no alcanzan asumir su celibato, las mujeres que se ordenan de curas
a pesar de los anatemas del Vaticano y la gente que no conoce muchas cosas
sobre Dios pero vive de acuerdo con su conciencia, no son necesariamente una leña
destinada al infierno.
¿Los buenos acaso son los que cumplen la ley o los que son fieles al
amor?
Los buenos, nos dice Jesús, son “los hijos y las hijas del Reino”.
¿Pero quiénes son los hijos y las hijas del Reino?
Los hijos y las hijas del Reino son los que no juzgan.
Son los que saben que no por clamar “¡Señor, Señor!” sin parar, va a estar
uno más cerca de Dios.
Los hijos y las hijas del Reino saben que los últimos en este mundo son
realmente los primeros en el mundo de Dios. Y también tienen presente que, en
el Reino de Dios, prostitutas y estafadores van por delante de todos los
beatos.
Los hijos y las hijas del Reino son los que reconocen que la gracia de
Dios puede manifestarse de manera sorprendente en la vida de una medio pagana
que va a su quinto o sexto marido.
Los hijos y las hijas del Reino son personas que tienen el corazón
abierto a los demás, sin consideración de raza, de sexo, de religión o de no
religión...
Son todas las personas que tienen hambre y sed de justicia, y las que sienten
como propio el dolor de los otros.
En el mundo, nos dice Jesús, así va: hay cizaña que pinta como trigo y trigo
que sabe a cizaña. ¡Es para marearse! Mejor pues no meterse en ese revoltillo y
dejar a Dios, que conoce el fondo de los corazones, el cuidado de desenredarlo a
la hora y de la manera que le parezca.
Eloy Roy
"en el Reino de Dios, prostitutas y estafadores van por delante de todos los beatos".
ResponderBorrarLo he visto mucho eso aqui che...
Gracias por el articulo che y por la bonita mision de Evangelizasion atravez de tus escritos.
Me dar mucho gusto en leer-los.
Dios te bendiga.
José Domingos.
Nairobi,Kenya.