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Será
llamado “Emanuel”
(Dios con
y en nosotros)
El Dios
Todopoderoso es demasiado grande para mí.
Prefiero
el Dios humilde, el Dios pequeño, el Dios al que Jesús me muestra con una cara
tan nuestra. Y también con un corazón tan humano. Un Dios amigo de los pobres,
de los pecadores; amigo de los enfermos y de los que doblan las espaldas bajo cargas
pesadas; un Dios amigo de los que pasan hambre en su estómago y de aquellos que
tienen sed de justicia, de perdón, de libertad y de paz. Un Dios que ama a todos y a todas, pero que tiene una debilidad por los que son
menos.
El Dios
mío se conforma con ser bueno, manso y cercano. Se agacha y sopla muy
suavemente sobre la brasa que se está por apagar para despertar en ella el fuego
que aún le queda. Mi Dios es débil como nosotros, pobre como nosotros y muy
paciente. Y a menudo es impotente igual que nosotros.
El Dios
mío desaparece hasta en la sombra de nuestros huesos para injertarnos en su ser
y hacernos renacer en su jardín por el lado de la luz sin ocaso.
En mi
opinión, ver a Dios de esa forma no le quita nada a su grandeza. Por lo contrario,
me parece ya bastante grandioso el que se haya hecho de verdad uno de nosotros.
Eloy Roy
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