En París, Mamoudou Gassama,
un inmigrante indocumentado de Mali, apenas se toma 30 segundos para trepar a manos
desnudas al balcón de un quinto piso y salvar a un niño de 4 años suspendido en
el aire. ¡Toda una hazaña! Enseguida nuestro héroe se convierte en noticia
planetaria, mientras el Presidente de
Francia le otorga la nacionalidad francesa con la garantía de un buen empleo.
"Yo tenía miedo,
cuenta Mamoudou emocionado, pero no
pensé nada, pensé en salvar al niño y gracias a Dios lo salvé. Luego entramos
al departamento, comencé a temblar, no podía mantenerme en pie ".
No todos los humanos podemos ser como Mamoudou, no por falta de energía,
sino por falta de chispa.
La chispa la tienen los
humildes de la Tierra, los que todos los días arriesgan la vida en busca de
algún lugar seguro en el planeta. Acostumbrados a cruzar montañas aparentemente
infranqueables, no son cinco pisos de un edificio de París los que les van a
detener.
El futuro depende en gran
parte de personas como ellos.
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