En aquella tierra de montañas y ovejas a la que mucho amé,
teníamos un Árbol de Vida. Cuando llegaba la temporada baja y que todo parecía apagado,
tomábamos una rama seca, la decorábamos con bolillas de lanas de color y soñábamos:
"Estas bolillas se cambiarán en los frutos jugosos que cosecharemos mañana.
Porque la Tierra se volverá verde y de nuevo florecerá la vida". Ése era en aquella tierra hermosa nuestro arbolito de
Navidad; era el arbolito de nuestras esperanzas.
Por el mes de diciembre, en un país de grandes hielos como Canadá, salimos al bosque a cosechar un
pino joven. Lo talamos, lo traemos a casa, lo adornamos con bolas brillantes y
con guirnaldas de oro vamos pensando: "Está de vuelta el invierno. Bajo la
nieve se sepultó la vida; pero, contigo, arbolito talado, haremos que ella estalle
de nuevo en un río de estrellas". Así para mi país, así para el mundo.
Pueblos originarios de Canadá, chaquetas amarillas de
Francia, resistentes de Hong Kong, Cataluña, Chile, Ecuador, Haití, Argelia,
Ucrania y Kurdistán, al luchar con manos
desnudas contra los Goliat del mundo, ustedes
ya están anunciando la vuelta del sol. Ustedes de Bolivia, Líbano, Irak, Irán, Venezuela, Malí, Sudán
y Xinjiang, no dejen que otros decidan
del destino suyo. Como siempre, las grandes potencias vuelan en ayuda para
mejor desvirtuar sus resistencias y llenarse más los bolsillos, ustedes los lúcidos,
los perseguidos, los pobres, los nadie de este mundo, ¡no se dejen engatusar! Tú,
planeta Tierra, tan masacrado, tan devastado, tan mortalmente herido, ¡no
aflojes tampoco!
En este momento, en los cuatro rincones del mundo,
ustedes los cansados de ser ignorados, están levantando la cabeza. Van
recuperando la palabra que les había sido robada. Se enfrentan con los gases lacrimógenos, las porras, los cañones de
agua, y hasta con paraguas se burlan de las balas del Imperio ... Así han logrado
que unos grandes corruptos pongan lo que fuera tal vez el único gesto honesto
de su vida: renunciar a su cargo... No es poco. Pero hacen bien en apuntar a muchísimo más, pues es el Sistema completo
el que hay que tirar por la borda. Los tiburones no esperan menos.
Gracias a ustedes, algo se está moviendo en nuestros
inviernos. Es como si estuviéramos saliendo de un largo letargo y que empezaran a
rebrotar nuestros árboles muertos.
¡No aflojemos!
Eloy Roy
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