El Centenario de la Sociedad de Misiones-Extranjeras del Quebec (SME) es un asunto de muchos riesgos: el riesgo de la alegría, el riesgo de la fraternidad planetaria, el riesgo del gran desembarque ...
ARRIESGAR EL GRAN DESEMBARQUE
por:
Eloy Roy
Bible.info
Nuestra arca misionera ha estado surcando las aguas de la Tierra durante un siglo ya. Sobre sus alas una paloma nos trae cada día noticias frescas de aquellos pueblos que, a lo largo de los años, nos han acogido con los brazos abiertos y han llegado a ser parte de nosotros mismos.
La Paloma nos cuenta que por allí
la Paz tiene ganas de nacer, mientras que por allá está exhalando su último
suspiro. Nos informa que, en tal país querido, la Justicia sigue agarrada de
una rama, mientras que, en tal otro, se la
sigue pisoteando como nunca. Nos canta cómo,
una mañana, la Belleza se despierta en flor y al atardecer, se acuesta en
llantos. Rebosa de felicidad al ensalzar las victorias de la vida, pero mucho
sufre por las cosas feas de la misma. Al escuchar esa criatura
emplumada, a veces, se nos cuela un gusano feo insinuándonos que tal vez hayamos trabajado
en vano ... Pero siempre el viento nos empuja más lejos.
Últimamente, la Paloma, por
completo alborotada, pone los gritos al cielo porque, lejos de mermar, las aguas del planeta suben sin parar y en todas partes del globo se dan cataclismos
espantosos. Nos asegura que la Tierra se está volviendo loca.
Lo único que faltaba es que nuestra
arca misionera, doblando bajo el peso de sus cien años, esté ahora estirando la
pata. Por todos lados su casco está
haciendo aguas y, por exceder el límite de edad, a su tripulación le van a
retirar el permiso de pilotar. En cuanto a la fiel Paloma que tanto trabajó para mantener el
Arca en contacto con las realidades terrestres, le llegó el agotamiento
profesional que le acaba de internar en cuidados paliativos. Dada la situación,
parece claro que nuestra arca vieja, por más que se aferre a la vida, ya no nos va a salvar más.
En eso, nos guste o no, el viento
sopla cada vez con más fuerza y nos dice a todo volumen que ya ha llegado el
momento de correr el gran riesgo de desembarcar del arca de nuestros amores
para seguir viajando de otra manera.
Ha llegado, pues, el momento de dejar atrás nuestros preciosos mapas
de navegación, nuestras brújulas, nuestros diccionarios de verdades y creencias
grabadas en tablas de piedra. Ha llegado el momento de desembarcarnos de nuestras
costumbres, de nuestras certezas y seguridades y de sumergirnos con la fe del
viejo Abraham en LA NOVEDAD DE UN MUNDO DIFERENTE QUE NOS VIENE ENCIMA.
Dicho mundo no es un fantasma,
sino una realidad muy concreta. Aunque no falte
base para desconfiar de él,
EL-QUE-ES lo bendice seguramente con tanto amor como otrora bendijo a Nínive, la gran ciudad, de la que el bueno de Jonás
buscó escaparse huyendo a la otra punta del planeta.
Más vale que nosotros los mayores, tomemos las cosas con calma, pues lo
que hicimos fue de buena fe y, sobre todo, con amor. Cantemos en paz nuestro
Nunc Dimittis y entreguémonos al descanso que tanto hemos merecido. Pero, a la
manera de los dos ancianos del templo, Simeón y Ana, fijémonos un poco en lo que nos viene por delante. No
es algo grande. Es casi nada. Es tan desconcertante como un niño muy pobre que no
vale más que dos tórtolas ... Pero, en
el sub-mundo de los nadie, de los explotados, oprimidos y refugiados, el niño creció y se forjó una
sabiduría más grande que la de Salomón.
A esta sabiduría nada se resiste, ni nuestros dogmas más venerados, ni nuestra
forma de hacer iglesia o de hacer la misión.
Para él, nunca hubo y nunca habrá Dios alguno fuera del Dios-Amor. Este
Dios no habita en ningún lugar, ni en los cielos, ni en los templos, porque la
realidad es al revés: son todas las cosas las que habitan en él. En resumen, él ES, y nada más. La única morada que puede
tener es la del amor. Por el amor estamos arraigados en él, y por el amor él
vive en nosotros. Tormentas, atrocidades, contradicciones, absurdos,
catástrofes cósmicas no pueden hacer
nada contra esta realidad. Porque lo que percibimos de esta realidad a menudo
caótica y cruel solo existe, de hecho, en una línea muy delgada en la
superficie de las cosas. La Verdadera Realidad está por debajo y encima de
todas esas percepciones por muy científicas o místicas que sean; más aún, va
infinitamente más allá de ellas.
A la luz de
Dios-Amor, el mito del pecado original, y la gran teoría de la redención que se
deriva de él, se desmorona. El Dios-Amor nunca exigió que un Hijo amado y
divino igual a él, se hiciera humano para ofrecer a su Padre el sacrificio de
valor infinito de su propia sangre con el fin de reparar la ofensa infinita del
pecado original. Esta historia no es más que una ficción que sólo la pueden
haber inventado sacerdotes obsesionados con el sacrificio, cuando, en el Templo, se dedicaban día y
noche a inmolar víctimas al Todopoderoso con la siempre incierta esperanza de
apaciguar sus intempestivas cóleras.
Con el profeta de Nazaret (aquel que se está redescubriendo sin filtro fuera de los códigos de la religión oficial), la relación con Dios no funcionará más a través de intermediarios, porque Dios, desde siempre, está plenamente presente en cada ser humano y en toda la creación. Con él, siempre habrá iglesia, pero ésta no será más constituida en monarquía absoluta. En ella, la mujer no será más discriminada para cumplir cualquier función importante en la comunidad, y tampoco en ella se seguirá manteniendo dignatarios colocados aparte y por encima de la gente común. Con él, no habrá más envíos misioneros para "convertir" a otros; solo serán enviadas a "misionar" aquellas personas que, previa y sólidamente convertidas a la Gran Hermandad de los humanos, deseen salir a vivirla con los grupos humanos más aislados o menos privilegiados de diferentes partes del planeta ... Con él, todo se hará a partir de la nada como en todos los comienzos, y este será el final de nuestros últimos ídolos.
Ustedes, los más jóvenes, por estar menos enraizados en el pasado, serán menos desestabilizados por estos cambios. ¿Lo harán todo mejor que sus mayores? Sí, porque en ustedes hay algo nuevo que les viene de AQUEL-QUE-ES. Él lo hará emerger a la hora suya de las profundidades de vuestra juventud.
Eloy Roy
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