lunes, 6 de agosto de 2012

EL TRIGO Y LA CIZAÑA




Jesús nos pinta el mundo como un campo que él mismo sembró de trigo. Pero la mano de un enemigo logró sembrar  también una hierba detestable llamada “cizaña”. Esta planta se parece bastante a la  de trigo, pero sus semillas son tóxicas y provocan náuseas como las de  una curda fea.

“El buen grano, explica Jesús,  son los hijos y las hijas del Reino; la cizaña, son los partidarios del Maligno” (Mt 13, 38).

Queda pues claro que, según Jesús, el mundo está dividido entre buenos y malos.  Por un lado, los vaqueros que tienen todos los derechos, y por otro, los Indios que son culpables de los males de los buenos. El mundo entonces no sería más que una buena vieja  película de vaqueros.

Pero, conociendo un poco a Jesús, se sabe que, en su cabeza, las cosas distan mucho de ser así.  

Para él, los cristianos no son necesariamente los buenos, ni son los no - cristianos los malos. Los creyentes, los católicos, los practicantes, las parejas casadas por la iglesia, los heterosexuales y los que conocen  la doctrina hasta la punta de los dedos, no son necesariamente unos ángeles, y los otros: los nos creyentes, los antipapistas, los gay, las lesbianas, los sacerdotes que no alcanzan asumir su celibato, las mujeres que se ordenan de curas  a pesar de los anatemas del Vaticano y la gente que no conoce muchas cosas sobre Dios pero vive de acuerdo con su conciencia, no son necesariamente una leña destinada al infierno.

¿Los buenos acaso son los que cumplen la ley o los que son fieles al amor?

Los buenos, nos dice Jesús, son “los hijos y las hijas del Reino”. 

¿Pero quiénes son los hijos y las hijas del Reino?

Los hijos y las hijas del Reino son los que no juzgan.
Son los que saben que no por clamar “¡Señor, Señor!” sin parar, va a estar uno más cerca de Dios.

Los hijos y las hijas del Reino saben que los últimos en este mundo son realmente los primeros en el mundo de Dios. Y también tienen presente que, en el Reino de Dios, prostitutas y estafadores van por delante de todos los beatos.

Los hijos y las hijas del Reino son los que reconocen que la gracia de Dios puede manifestarse de manera sorprendente en la vida de una medio pagana que va a su quinto o sexto marido.

Los hijos y las hijas del Reino son personas que tienen el corazón abierto a los demás, sin consideración de raza, de sexo, de religión o de no religión...

Son todas las personas que tienen hambre y sed de justicia, y las que sienten como propio el dolor de los otros.

En el mundo, nos dice Jesús, así va: hay cizaña que pinta como trigo y trigo que sabe a cizaña. ¡Es para marearse! Mejor pues no meterse en ese revoltillo y dejar a Dios, que conoce el fondo de los corazones, el cuidado de desenredarlo a la hora y de la manera que le parezca.

                                                                                                 Eloy Roy

  Al reunirse con Juan el Bautista, a quien los apparatchiks religiosos miraban como hereje y rebelde, se dio en la conciencia de Jesús una ...