sábado, 24 de julio de 2021

ARRIESGAR EL GRAN DESEMBARQUE

 

El Centenario de la Sociedad de Misiones-Extranjeras del Quebec  (SME) es  un asunto de muchos riesgos: el riesgo de la alegría, el riesgo de la fraternidad planetaria, el riesgo del  gran desembarque ...


ARRIESGAR EL GRAN DESEMBARQUE

por: Eloy Roy


            Bible.info



Nuestra arca misionera ha estado surcando las aguas de la Tierra durante un siglo ya. Sobre sus alas una paloma nos trae cada día noticias frescas de aquellos pueblos que,  a lo largo de los años, nos han acogido con los brazos abiertos y han llegado a ser parte de nosotros mismos.

La Paloma nos cuenta que por allí la Paz tiene ganas de nacer, mientras que por allá está exhalando su último suspiro. Nos informa que, en tal país querido, la Justicia sigue agarrada de una rama,  mientras que, en tal otro, se la sigue pisoteando como nunca.  Nos canta cómo, una mañana, la Belleza se despierta en flor y al atardecer, se acuesta en llantos. Rebosa de felicidad al ensalzar las victorias de la vida,  pero mucho  sufre por las cosas feas de la misma. Al escuchar esa criatura emplumada, a veces,  se nos cuela un  gusano feo insinuándonos que tal vez hayamos trabajado en vano ... Pero siempre el viento nos empuja más lejos.

Últimamente, la Paloma, por completo alborotada, pone los gritos al cielo porque, lejos de mermar,  las aguas del planeta suben sin parar  y en todas partes del globo se dan cataclismos espantosos. Nos asegura que la Tierra se está volviendo loca.

Lo único que faltaba es que nuestra arca misionera, doblando bajo el peso de sus cien años, esté ahora estirando la pata.  Por todos lados su casco está haciendo aguas y, por exceder el límite de edad, a su tripulación le van a retirar el permiso de pilotar. En cuanto a la  fiel Paloma que tanto trabajó para mantener el Arca en contacto con las realidades terrestres, le llegó el agotamiento profesional que le acaba de internar en cuidados paliativos. Dada la situación, parece claro que nuestra arca vieja, por más que se aferre a la vida,  ya no nos va a salvar más.

 

En eso, nos guste o no, el viento sopla cada vez con más fuerza y ​​nos dice a todo volumen que ya ha llegado el momento de correr el gran riesgo de desembarcar del arca de nuestros amores para seguir viajando de otra manera.

Ha llegado, pues,  el momento de dejar atrás nuestros preciosos mapas de navegación, nuestras brújulas, nuestros diccionarios de verdades y creencias grabadas en tablas de piedra. Ha llegado el momento de desembarcarnos de nuestras costumbres, de nuestras certezas y seguridades y de sumergirnos con la fe del viejo Abraham en LA NOVEDAD DE UN MUNDO DIFERENTE QUE NOS VIENE ENCIMA.  

Dicho mundo no es un fantasma, sino una realidad muy concreta. Aunque no falte  base  para desconfiar de él, EL-QUE-ES lo bendice seguramente con tanto amor como otrora bendijo a Nínive,  la gran ciudad, de la que el bueno de Jonás buscó escaparse huyendo a la otra punta del planeta.

Más vale que nosotros los mayores, tomemos las cosas con calma, pues lo que hicimos fue de buena fe y, sobre todo, con amor. Cantemos en paz nuestro Nunc Dimittis y entreguémonos al descanso que tanto hemos merecido. Pero, a la manera de los dos ancianos del templo, Simeón y Ana, fijémonos  un poco en lo que nos viene por delante. No es algo grande. Es casi nada. Es tan desconcertante como un niño muy pobre que no vale más que dos tórtolas ... Pero,  en el sub-mundo de los nadie, de los explotados, oprimidos  y refugiados, el niño creció y se forjó una sabiduría más grande que la de  Salomón. A esta sabiduría nada se resiste,  ni nuestros dogmas más venerados, ni nuestra forma de hacer iglesia o de hacer la misión.

 

Para él, nunca hubo y nunca habrá Dios alguno fuera del Dios-Amor. Este Dios no habita en ningún lugar, ni en los cielos, ni en los templos, porque la realidad es al revés: son todas las cosas las que  habitan en él. En resumen, él  ES, y nada más. La única morada que puede tener es la del amor. Por el amor estamos arraigados en él, y por el amor él vive en nosotros. Tormentas, atrocidades, contradicciones, absurdos, catástrofes  cósmicas no pueden hacer nada contra esta realidad. Porque lo que percibimos de esta realidad a menudo caótica y cruel solo existe, de hecho, en una línea muy delgada en la superficie de las cosas. La Verdadera Realidad está por debajo y encima de todas esas percepciones por muy científicas o místicas que sean; más aún, va infinitamente más allá de ellas.

A la luz de Dios-Amor, el mito del pecado original, y la gran teoría de la redención que se deriva de él, se desmorona. El Dios-Amor nunca exigió que un Hijo amado y divino igual a él, se hiciera humano para ofrecer a su Padre el sacrificio de valor infinito de su propia sangre con el fin de reparar la ofensa infinita del pecado original. Esta historia no es más que una ficción que sólo la pueden haber inventado sacerdotes obsesionados con el sacrificio,  cuando, en el Templo, se dedicaban día y noche a inmolar víctimas al Todopoderoso con la siempre incierta esperanza de apaciguar sus intempestivas cóleras.   

 

Con el profeta de Nazaret (aquel que se está redescubriendo sin filtro  fuera de los códigos de la religión oficial), la relación con  Dios no funcionará más a través de intermediarios, porque Dios, desde siempre, está plenamente presente en cada ser humano y en toda la creación. Con él, siempre habrá iglesia, pero ésta no será más constituida en monarquía absoluta. En ella, la mujer no será más discriminada para cumplir cualquier función importante en la comunidad, y tampoco en ella se seguirá manteniendo dignatarios colocados aparte y por encima de la gente común. Con él,  no habrá más envíos misioneros para  "convertir" a otros; solo serán enviadas  a "misionar" aquellas personas que, previa y sólidamente convertidas a la Gran Hermandad de los humanos,  deseen salir a vivirla con los grupos humanos más aislados o menos privilegiados de diferentes partes del planeta ... Con él, todo se hará a partir de la nada como en todos los comienzos, y este será el final de nuestros últimos ídolos.

 


Ustedes, los más jóvenes, por estar menos enraizados en el pasado,  serán menos  desestabilizados por estos cambios. ¿Lo harán todo mejor que sus mayores? Sí, porque en ustedes hay algo nuevo que les viene de AQUEL-QUE-ES. Él lo hará emerger a la hora suya de las profundidades de vuestra juventud.


Jóvenes y mayores, ¡preparémonos para saltar con Jesús de Nazaret fuera del mundo viejo! ¡Corramos este riesgo olímpico antes de que las cataratas que están a dos pasos de nuestra arca se la engullan de un solo bocado junto con todo aquello que quede adentro!

                                                Eloy Roy

 

 

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